ECO Y NARCISO
John William Waterhouse |
La ninfa Eco desde pequeña adolecía de confusión latiniparla; irritaba a quien estuviese a su lado con su continuo parlotear. No se podía callar, por más que se lo propusiese. Dicen que cuando Juno, (Hera), hija de Cronos y Rea, quiso sorprender a su hermano y esposo Zeus, (Júpiter) con sus amantes, las ninfas juguetonas, Eco, con su insolente conversación los alertó y escaparon. Juno indignada con la fuga de su esposo y su séquito, se desquitó con Eco. Juno la maldijo:”- Te estará prohibido el uso de tu voz porque me engañaste, desde ahora en adelante sólo podrás responder”
En la versión más conocida del mito de Eco, ella se enamora perdidamente de Narciso de quien el adivino Tiresias predijo, en su nacimiento, que tendría un larga vida si no se contemplaba a sí mismo. Este joven era muy hermoso pero despreciaba el amor de todos.
La pobre ninfa no fue la excepción y Narciso despreció su corazón cuando la vio en el bosque y ella no fue capaz de responderle más que sus propias palabras. Entonces, ella desolada, ofendida se encerró en un lugar solitario y allí dejó de comer y de cuidarse. Así se fue consumiendo poco a poco, y el dolor la fue absorbiendo hasta que desapareció y se desintegró en el aire, quedando sólo su voz que repetía las últimas palabras de cualquiera. Esta voz es lo que llamamos eco.
Debido a esto los dioses se molestaron y todas las demás mujeres rechazadas oraron a los dioses por venganza. Némesis (la venganza) las escuchó e hizo que Narciso contemplara su propia imagen. Cuando el joven lo hizo, se enamoró de su propia belleza y ya no le importó nada más que su imagen.
Se quedó contemplándose en el estanque y se dejó morir, totalmente indiferente al resto del mundo. Dicen que aún en el Estigio (el mar de la tierra de los muertos), Narciso continúa admirándose.
En el lugar en que Narciso murió, nació la flor homónima.