sábado, 19 de marzo de 2016

Flores comestibles



 

Las flores comestibles han estado presentes en las cocinas de todos los lugares a lo largo de los siglos. Y es que según las diferentes culturas comemos distintos productos. Algunos son iguales para todos, fundamentalmente por la alimentación que llevamos durante siglos. Pero en otros países, en otras culturas, comen platos que a nosotros –sólo verlos- nos horripilan.

Ése no es el caso de las flores, que se han consumido siempre y diferentes localizaciones. Eso sí, tras tantos años, la Humanidad sabe cuáles son comestibles y cuáles hay que dejar; lo mismo que con las setas.
A primera vista alegran cualquier plato en el que aparezcan, e inmediatamente surge la pregunta: ¿esto se come? No solo se come, sino que aportan sabor y textura. Hay flores (los pétalos, que es lo que se ingiere), que son carnosas, otras llegan a tener sabores que nos recuerdan incluso al picante, saladas, dulces… Por ejemplo, la flor azul de la borraja tiene un sabor que recuerda a la miel.



Y se sirven con todos los platos. Desde una ensalada, que enriquecida con algunos pétalos es un auténtico festival de colores, a un postre o como acompañamiento y decoración de una carne.
Eso sí, no se puede comer cualquier flor que encontremos en el campo porque puede ser tóxica. La línea principal es que no se pueden comer las flores que nos encontramos en las floristerías, en los viveros y en los jardines públicos. Suelen estar tratadas con pesticidas y herboricidas, de ahí su toxicidad.

Deben realzar el sabor del alimento, no taparlo. Por ello no se ponen los pistilos, que suelen amargar y acaban estropeando el plato. Lo mejor es adquirirlas en tiendas especializadas o cultivarlas en casa. Asimismo, hay que introducirlas en nuestra alimentación poco a poco, dado que en algún caso puede generar algún problema alérgico. Por eso, es conveniente irlas poniendo en algunos platos y probando diferentes tipos de flores.


Muchas son las culturas que han utilizado las flores en su alimentación, flores como la begonia, la flor de calabacín (que dada sus características se suele rellenar con carne picada o con verduras, y se fríe luego), el geranio, pétalos de rosa (que se utilizan en guisos de cordero, también con aves, arroces…).












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